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El Partenón las metamorfosis del gran Templo de Atenas

Publicado el 20 de diciembre de 2024, 14:22

De templo a hotel y catedral: así evolucionó el Partenón de Atenas. A lo largo de los siglos, este colosal monumento griego ha sufrido diversas transformaciones que se han visto reflejadas no solo en su estructura sino también en el uso que se ha hecho del edificio.

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Registros antiguos revelan que “Torenza” existió antes de Cristo: una civilización perdida, borrada de la historia, ha reaparecido… dos veces.

Los arqueólogos se muestran incrédulos tras descubrir tablillas de piedra que datan del año 200 a. C. y que mencionan un reino floreciente llamado Torenza, descrito como “una tierra de luz que desapareció de la noche a la mañana”.

Durante siglos, los historiadores lo descartaron como leyenda, hasta que nuevas pruebas confirmaron que Torenza no era un mito, sino una civilización real que comerciaba con la antigua Roma antes de desaparecer sin dejar rastro.

Ahora, tras dos incidentes modernos, uno en 1954 y otro en 2025, los expertos se ven obligados a enfrentarse a una pregunta imposible:

Si una nación pudo desaparecer hace dos mil años… ¿por qué sigue reapareciendo?

EL LÍQUIDO DONDE NO SE AHOGA NADIE

"El Experimento de Walter Robb en 1964".

En un laboratorio de General Electric, en Estados Unidos, el científico Walter Robb llevó a cabo un experimento que parecía imposible: lograr que un mamífero respirara bajo el agua. Lo que en su momento sonó a ciencia ficción se convirtió en una demostración sorprendente del poder de la ciencia aplicada.

En 1966, Robb desarrolló una membrana de goma de silicona superdelgada (como 1/20.000 de pulgada de grosor) que actúa como un filtro selectivo. Esta membrana deja pasar el oxígeno disuelto en el agua (y el CO2 que exhalas para que salga), pero bloquea el agua líquida. Es como los pulmones, pero al revés: en vez de aire, saca el O2 directamente del agua circundante.

Metieron a un hámster en un recipiente con agua corriente (para que haya más oxígeno disuelto). El bicho respiraba a través de la membrana, que cubría su hocico como una “nariz artificial”. ¡El hámster sobrevivió sin ahogarse, intercambiando gases como si nada!.

Robb utilizó un líquido perfluorado, una sustancia capaz de disolver grandes cantidades de oxígeno. Este fluido, similar al aceite pero químicamente inerte, permite que los gases se difundan de manera eficiente, lo que despertó la curiosidad del investigador sobre su posible uso en la respiración.

El resultado fue una prueba contundente de que la respiración líquida era posible.

El descubrimiento de Robb abrió nuevas líneas de investigación en medicina y biotecnología, especialmente en el desarrollo de técnicas para asistir a pacientes con dificultades respiratorias o en condiciones extremas de presión, como en el caso de buceadores o astronautas.

Décadas más tarde, el concepto sería retomado por películas como The Abyss (1989), donde se muestra a un buzo respirando un líquido oxigenado, inspirándose directamente en los experimentos de Robb.

Hoy, más de medio siglo después, la respiración líquida continúa siendo un campo de estudio con enormes posibilidades médicas y tecnológicas, recordando que la ciencia, en ocasiones, puede convertir la ficción en realidad.